lunes, 1 de marzo de 2010

Doscientos años con Chopin

Hoy, que el piano es un instrumento casi omnipresente en cualquier manifestación musical; hoy, que los buenos pianistas sobran y parece (en parte gracias al jazz) que ese instrumento hubiera existido siempre; hoy, que es muy difícil pensar en escuchar o estudiar música sin ese teclado blanco y negro (o alguno de sus sucedáneos); hoy, que para los burgueses en general el piano ES la música, habría que recordar que, no hace tanto, no contaba con la misma consideración (Bach por ejemplo, no apreció demasiado el nuevo invento y se negó a escribir para él), habría que recordar a los que lo hicieron lo que es, habría que recordar a los pianistas románticos, tan exagerados en su afán revolucionario, tan enormes, tan poderosos, tan deseosos de fama y devoción, y habría que recordar, entre todos ellos, al más grande: aquel flaco tuberculoso de 50 quilos con dedos de terciopelo (esto según su novia George Sand), aquel que murió tan joven habiéndonos dejado tanto, aquel que nació hace hoy exactamente 200 años. Gracias,

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