
en aquella época, la imagen que sobrevivió en mí, la que dejó marca, fue la del poeta maldito. la del niño de talento inconmensurable precursor de todo lo que yo admiraba, genio absoluto, amante de verlaine, admirador de baudelaire, odiado por los burgueses parnasianos. el de la foto de carjat. tal vez porque tenía el sueño adolescente de glorias similares para mí mismo y "une saison en enfer" era mi libro de cabecera.
es curioso como ahora, más o menos a la edad en la que rimbaud comenzó a sentir los efectos de la enfermedad que finalmente acabaría con su vida, la imagen que más me impresionó, y llegó a conmoverme, fue la del hombre fracasado en abisinia, dedicado a actividades comerciales poco honrosas (incluyendo sí, como todo el mundo sabe, el tráfico de armas y de esclavos), ahorrando cada centavo que gana con la esperanza de hacer fortuna para, algún día, poder ser el dueño de su vida. el de la foto de sotiro. tal vez porque se parezca más a lo que me he convertido.
siento ganas, y lo haré, de volver a leer el magnífico "rimbaud, el hijo" de pierre michon y pienso que rimbaud, para un escritor del siglo veinte es un tema ineludible, como podía serlo la anunciación para un pintor renacetista. quiero decir que todos deberíamos desarrollar por escrito nuestra visión de la vida del niño que asesinó a la poesía, aunque no sea más que un ejercicio catártico.
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