tengo una necesidad angustiante de que haga frío. de que haya arena y pinos que se muevan con el viento de setiembre y también olor a mar. de que el domingo almorcemos en nuevo parís y, después, vayamos a ver a progreso al paladino. y que la sudestada que atraviesa la cantera de ANCAP como los elefantes de aníbal en los alpes nos conquiste la nariz y ponga sitio a las orejas.
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