
En Madrid lo están pasando mal, el miércoles eliminaron al Real y sus millones de la champions (gracias Olympique) y ayer perdieron, también como locales, en la euroliga de básquet contra el Macabi (ahora tendrán que jugar contra el Barça en cuartos). Sin embargo, hay un muchacho nacido en Pinto, Madrid, hace 27 años, que no para de dar alegrías; su tradicional festejo, los dos golpes en el pecho y el disparo con la derecha, es ya una costumbre en las competencias importantes que vamos a extrañar cuando, dentro de, esperemos, muchos muchos años, se retire.
Ayer abrió el libro para dar clases nuevamente en el ascenso a Mende (donde ya había ganado una etapa del tour) con una fineza sólo reservada a los grandes de verdad. A dos grados bajo cero y después de pasar un puerto de segunda categoría a un ritmo más que interesante, llegó el final en puerto de primera (con tres quilómetros de rampas a un 10%) y Contador se había quedado ya sin escuderos (digamos que el Astana no es de los mejores equipos que hay). Entonces, se refugió en medio del grupo de punta, con el veterano Voigt (malla oro) marcándolo bien de cerca. El grupo avanzaba, en medio de la nieve que cubría las montañas circundantes, con una calma de esas que desesperan: nadie arriesgaba, todos parecían esperar el ataque del de Pinto. Pero él, inteligentemente, aguardaba con prudencia, hasta que, por el costado izquierdo, alguien (no recuerdo quién) jugó sus fichas y lo pagó caro, todos lo pagaron. Contador no dudó ni un segundo y se le pegó con esa forma tan grácil que tiene de bailar sobre la bicicleta, el cuerpo adelgazado hamacándose rítmicamente de derecha a izquierda. Y lo pasó, y siguió y siguió y siguió hasta la victoria y la malla oro.
Sorprendió, por lo menos a mí, lo bien que reaccionaron los otros españoles Valverde, Sánchez y Rodríguez, que lo mantuvieron a tiro de piedra, sobre todo los dos primeros, aunque sin poder acercársele. Y eso, justamente, es decir la comparación entre el estilo de un Valverde, por ejemplo, y Contador, es lo que hace al madrileño especial, viéndolos a los dos sobre la bicicleta, uno se da cuenta de que Contador es una de esas excepciones que sólo ocurren muy de vez en cuando, porque el murciano es bueno, pero Contador...
Que es un gran ciclista se sabe (ya ganó las tres grandes vueltas y sólo tiene 27), pero lo que quiero decir es que eso se queda corto, todos los que están alrededor de él son grandes ciclistas. La diferencia es que él parece estar entre un puñado que, en la historia, sólo cuenta a unos diez. Esas discusiones sobre la historia suelen ser muy escarpadas pero, de momento, es un verdadero placer verlo actuar en la montaña, el terreno en donde se escribe, con el corazón en la boca, la épica del ciclismo. El sábado hay un puerto de primera categoría y el domingo tres, será muy interesante ver los duelos entre los españoles, porque aquí todos quieren ganar. Seguimos frotándonos las manos.