lunes, 27 de agosto de 2012

Un poema de Mark Strand.


For Jessica, My Daughter

Tonight I walked,
close to the house,
and was afraid,
not of the winding course
that I have made of love and self
but of the dark and faraway.
I walked, hearing the wind
and feeling the cold,
but what I dwelled on
were the stars blazing
in the immense arc of sky.

Jessica, it is so much easier
to think of our lives,
as we move under the brief luster of leaves,
loving what we have,
than to think of how it is
such small beings as we
travel in the dark
with no visible way
or end in sight.

Yet there were times I remember
under the same sky
when te body’s bones became light
and the wound of the skull
opened to receive
the cold rays of the cosmos,
And were, for an instant,
Themselves the cosmos,
There were times when I could believe
We were the children of stars
And our words were made of the same
Dust that flames in space,
Times when I could feel in the lightness of breath
The weight of a whole day
Come to rest.

But tonight
It is different.
Afraid of the dark
In which we drift or vanish altogether,
I imagine a light
That would not let us stray too far apart,
A secret moon or mirror,
A sheet of paper,
Something you could carry
In the dark
When I am away.


Para Jessica, mi hija

Esta noche caminé,
cerca de la casa,
y tuve miedo,
no del sinuoso recorrido
que he hecho del amor y del ser
sino de lo oscuro y lejano.
Caminé, oyendo el viento
y sintiendo el frío,
pero lo que me afligía
eran las estrellas brillando
en el arco inmenso del cielo.

Jessica, es tanto más fácil
pensar nuestras vidas,
mientras nos movemos bajo el breve lustre de las hojas,
amando lo que tenemos,
que pensar cómo es
que unos seres tan pequeños como nosotros
se desplazan en lo oscuro
sin una dirección
o fin a la vista.

Sin embargo hubo tiempos que recuerdo
bajo el mismo cielo
en que los huesos del cuerpo se aligeraron
y la herida del cráneo
se abrió para recibir
los fríos rayos del cosmos,
y fueron, un instante,
ellos mimos el cosmos,
hubo tiempos en los que llegué a creer
que éramos hijos de las estrellas
y nuestras palabras estaban hechas del mismo
polvo que arde en el espacio,
tiempos en los que pude sentir cómo el peso
de todo un día venía a reposar
en la levedad del aliento.

Pero esta noche
es diferente.
Con miedo a la oscuridad
en la que, juntos, vagamos o desaparecemos ,
imaginé una luz
que nos impidiera alejarnos demasiado,
una luna secreta o espejo,
una hoja de papel,
algo que pudieses llevar
en lo oscuro
cuando me haya ido.





viernes, 22 de junio de 2012

Dice Godard.

En 1963, en Cahiers du Cinema, escribe Godard: "El único verdadero film que podría hacerse sobre (los campos de concentración)- que jamás se rodó y que no se rodará jamás porque sería intolerable- sería filmar un campo desde el punto de vista de los torturadores, con sus problemas cotidianos. ¿Cómo hacer entrar un cuerpo humano de dos metros en un féretro de cincuenta centímetros? ¿Cómo descargar diez toneladas de brazos y piernas en un vagón para sólo tres? ¿Cómo quemar cien mujeres con gasolina para diez? (...) Lo insoportable no sería el horror que destilarían tales escenas sino, muy por el contrario, su aspecto perfectamente normal y humano."

La reciente lecutra de "Arcoiris de Gravedad" de Pynchon, me hizo pensar mucho en este concepto narrativo. Lo inquietante, lo removedor, de la novela, en esa normalidad y ese humanismo latentes. 

miércoles, 15 de febrero de 2012

Dos sesiones del gran Jimmy Garrison.

La casualidad y la siempre atenta lectura de librillos discográficos han querido que notase una circunstancia que no debiera pasar desapercibida para nadie: en menos de quince días del año 1961, Jimmy Garrison fue el contrabajista de dos obras maestras de la música en sesiones para saxofonistas supremos: John Coltrane (3 de noviembre) y Benny Carter con Coleman Hawkins (15 de noviembre), una en vivo y otra de estudio, ambas registradas por el famoso ingeniero Rudy Van Gelder y producidas por Bob Thiele para Impulse. Cualquiera que las escuche, no podría aconsejar más encarecidamente que el lector lo haga, quedará sorprendido por la versatilidad y solidez de un músico, a la sazón de 27 años, que se mueve con igual solvencia en un escenario con la banda que estaba cambiando la historia del jazz, que en un estudio junto a viejas glorias. ¡Eso es clase, kid!


3 de noviembre toca Coltrane: “Live at the Village Vanguard".

Es la primera grabación que junta al cuarteto clásico de Coltrane: McCoy Tyner, Jimmy Garrison y Elvin Jones. En realidad, se trata de un disco bisagra porque en la primera parte (el lado 1 en aquella época), en un concierto del día 2 de noviembre, el contrabajista es Reggie Workman, pero en la segunda, en recital del 3 de noviembre, ya es Jimmy Garrison. Coltrane debe haberlo escuchado en los discos de Ornette Coleman, y Elvin Jones (compañero en la banda del saxofonista texano) lo habrá recomendado ampliamente: por eso Garrison está  ahí, y por eso, también, estará por siempre asociado a las grabaciones más revolucionarias de los sesentas.

Los amantes de la música quizás recuerden ese famoso blues, a trío, que es Chasin’the trane. Un tema al cual, según leí, fue el ingeniero Van Gelder que le puso el título: se volvió loco para poder captar a Coltrane, que no paraba de moverse por el escenario mientras soleaba ("cazando al trane", juego de palabras trane-tren que se ha usado mucho con este músico). Al final de este post, se puede escuchar parte de esa grabación que, en el disco, se prolonga por más de 16 minutos de intenso saxo tenor. Lo que hacen Jimmy Garrison y Elvin Jones por debajo es magistral. No se puede decir más.

15 de noviembre toca Benny Carter: “Further definitions”

Como todo el mundo sabe, durante los años treinta Benny Carter y Coleman Hawkins pasaron una temporada en París, disfrutando del fanatismo de los franceses por el jazz. En abril de 1937 realizaron unas grabaciones con los héroes locales Django Reinhardt y Stéphane Grappelli que, con el tiempo, se fueron convirtiendo en míticas. En 1961, Bob Thiele buscó recrear algo de aquella mística en Manhattan y terminó produciendo el disco más reconocido en la trayectoria de uno se los saxos altos de mayor renombre. Un disco tan hermoso como la fama que lo precede.

En el estudio de Rudy Van Gelder estaban aquel día las grandes leyendas Benny Carter y Coleman Hawkins (uno de los héroes de Coltrane, por cierto), o estrellas nacientes como Phil Woods y Charlie Rouse. Se grabaron clásicos como Honeysuckle Rose, Crazy rythm, Cotton Tail y, por supuesto, Hawkins se lució en SU tema Body & Soul. Y Jimmy Garrison realizó un trabajo impecable, esta vez al lado de otro Jones en batería: el grandísimo Jo Jones, Papa Jo (no confundir con “Philly” Jo Jones, el baterista de Miles Davis en los cincuenta). De hecho, en Crazy rythm, según mi humilde juicio, el contrabajista asalta a la banda y la roba, es brutal. No se puede decir más. (No he conseguido en youtube nada de ese día, prometo subir algo para que se pueda apreciar la diferencia, pero, si a alguien le interesa, le podría hacer llegar el disco, claro.)

Ante este legendario panorama, a mí se me dio por imaginar una conversación de Jimmy Garrison con un amigo durante aquel invierno neoyorquino del 61

-       Oye, Jim, nos vemos esta semana sin falta para tomar algo, tengo que contarte una cosa.
-       No puedo, toco con Coltrane en el Village.
-       Ok, lo dejamos para la semana que viene.
-       Déjame ver, no, tampoco, grabo con Coleman Hawkins y Benny Carter.

Así de agitada debe ser la vida de los dioses.