En 1963, en Cahiers du Cinema, escribe Godard: "El único verdadero film que podría hacerse sobre (los campos de concentración)- que jamás se rodó y que no se rodará jamás porque sería intolerable- sería filmar un campo desde el punto de vista de los torturadores, con sus problemas cotidianos. ¿Cómo hacer entrar un cuerpo humano de dos metros en un féretro de cincuenta centímetros? ¿Cómo descargar diez toneladas de brazos y piernas en un vagón para sólo tres? ¿Cómo quemar cien mujeres con gasolina para diez? (...) Lo insoportable no sería el horror que destilarían tales escenas sino, muy por el contrario, su aspecto perfectamente normal y humano."
La reciente lecutra de "Arcoiris de Gravedad" de Pynchon, me hizo pensar mucho en este concepto narrativo. Lo inquietante, lo removedor, de la novela, en esa normalidad y ese humanismo latentes.
La reciente lecutra de "Arcoiris de Gravedad" de Pynchon, me hizo pensar mucho en este concepto narrativo. Lo inquietante, lo removedor, de la novela, en esa normalidad y ese humanismo latentes.