lunes, 31 de enero de 2011

Otro de Bonnefoy

LE PONT DE FER

Il y a sans doute toujours au bout d'une longue rue
où je marchais enfant une mare d'huile,
un rectangle de lourde mort sous le ciel noir.

Depuis la poésie
a séparé ses eaux des autres eaux,
nulle beauté nulle couleur ne la retiennent,
elle s'angoisse pour du fer et de la nuit.

Elle nourrit
un long chagrin de rive morte, un pont de fer
jeté vers l'autre rive encore plus nocturne
est sa seule mémoire et son seul vrai amour.



EL PUENTE DE HIERRO

Todavía está sin dudas al fin de una larga calle
por la que niño caminaba una charca de aceite,
un rectángulo de pesada muerte bajo el cielo negro.

Desde que la poesía
separó sus aguas de otras aguas,
no hay belleza ni color que la retengan,
se angustia por el hierro y de la noche.

Alimenta
una larga pena de ribera muerta, un puente de hierro
lanzado hacia la otra orilla aún más nocturna
es su único recuerdo y su único amor verdadero.


De "Hier régnant désert"(1958).
La traducción es mía.

domingo, 30 de enero de 2011

Dice Tomatito.

"Yo nací en Almería, que es como nacer en el cielo, y Camarón me bajó a la tierra. Habiendo guitarristas en Sevilla, y en Cádiz y en Madrid, no sé cómo se fijó en mí, y me cogió con sus manos del cielo y me dejó así suavecito en la tierra. Yo siempre estaba a gusto cuando le tocaba a él. Y cuando le escuchaba a él, por muy mal que estuviera, yo perdía mi guitarra, me engloriaba de su música y me daban escalofríos."

(José Fernández Torres, "Tomatito", fue el guitarrista que sucedió a Paco de Lucía como acompañante de Camarón de la Isla. Lo hizo durante más de 15 años.)

sábado, 29 de enero de 2011

Uno de Yves Bonnefoy

Souvent dans le silence d'un ravin
j'entends (ou je désire entendre, je ne sais)
un corps tomber parmi des branches. Longue et lente
est cette chute aveugle; que nul cri
ni vient jamais interrompre ou finir.

Je pense alors aux processions de la lumière
dans le pays sans naître ni mourir.


A menudo en el silencio de un barranco
oigo (o deseo oír, no lo sé)
un cuerpo caer entre las ramas. Larga y lenta
es esta caída ciega; que grito ninguno
viene nunca a cortar o poner fin.

Pienso entonces en las procesiones de la luz
en el país sin nacer ni morir.


De "Hier régnant désert" (Desierto ayer reinante) (1958).
La traducción es mía.

viernes, 28 de enero de 2011

Dice Heidegger

"Para que lo que en el poema está puramente poematizado, lo esté con un poco más de claridad, el discurso de la iluminación y su tentativa deben anularse a sí mismos. Por amor de aquello que viene en poema, la iluminación debe ir encaminada a convertirse en superflua. El último paso, pero también el más difícil, de toda interpretación, consiste en desaparecer ante la pura presencia del poema."

jueves, 27 de enero de 2011

Yves Bonnefoy sobre la muerte.

Indudablemente, el concepto, ese instrumento casi único de nuestra filosofía, supone cualquiera que sea el objeto que se proponga, un profundo rechazo de la muerte. Porque morimos en este mundo y para negar el destino, el hombre ha construido con los conceptos una morada lógica en la que los únicos principios aceptables son los de permanencia e identidad… Precisamente porque, desde los griegos, la muerte ha sido pensada, no es más que una idea que se convierte en cómplice de las otras, en un reino eterno en donde nada muere. Esta es nuestra verdad: se atreve a definir la muerte pero para reemplazarla por lo definido. Pero lo definido es incorruptible y asegura, a pesar de la muerte y con tal que olvidemos la brutalidad de las apariencias, una extraña inmortalidad.

Inmortalidad provisional, pero suficiente.

Se acepta como un opio. Deseo que esta imagen exprese la clase de crítica, especialmente moral, que quisiera oponer al concepto. Hay una verdad del concepto de la que no pretendo ser juez. Pero hay una mentira del concepto en general, que confiere al pensamiento el vasto poder de las palabras para permitirle abandonar la mansión de las cosas. Conocemos, desde Hegel, la fuerza adormecedora, la insinuación de un sistema. Constato, más allá del pensamiento coherente que el menor concepto es el artífice de una huida. Sí, el idealismo resulta vencedor en todo pensamiento organizado. Vale más rehacer el mundo que vivir en medio del peligro.

¿Existe el concepto de unos pasos que se acercan en la noche, de un grito, de la caída de una piedra en la maleza? ¿De la impresión que produce una casa vacía? De lo real sólo preservamos aquello que conviene a nuestro reposo.”

De "L’Improbable", citado por Enrique Moreno Castillo en el prólogo a la antología editada por Lumen en 1977.

martes, 25 de enero de 2011

El espejo: Cohen-Joplin frente a Onetti-Vilariño.

Una de mis canciones preferidas de Leonard Cohen (y de todas las canciones que se han escrito en general) es "Chelsea Hotel No.2". Sin embargo, siempre me costó tragar ese verso en el que comenta, al pasar y con una expresión de vulgaridad impropia para alguien tan elegante, cómo Janis Joplin le practica sexo oral: "Giving me head on the unmade bed".

Creo que alguna vez lo escuché, o leí, disculparse por aquella imagen y decir que escribió la canción estando "enojado" con Joplin (hay que considerar que la editó cuatro años después de muerta la cantante). Es obvio que todas las parejas (estables o casuales) del mundo tienen sexo oral, y no voy a ser yo quien lo censure, pero por algún motivo esas palabras en esa canción siempre me cayeron pesadas.

Estaba leyendo hoy algunos poemas de Idea Vilariño (Montevideo, 1920-2009) y, al encontrarme con "El espejo", me acordé del Hotel Chelsea. Pensé que probablemente el destinatario del texto fuese Juan Carlos Onetti y me pareció una situación refleja: la de los dos escritores famosos del sur y los dos cantantes famosos del norte. Está claro que la visión de la mujer montevideana es muchísimo más refinada, y sensual, que la del hombre canadiense (aunque su poema no me produce ni la tercera parte de satisfacción que me genera la canción). Veamos y compare el lector (aquí la canción de Cohen, la púdica televisión española traduce "giving me head" como "tu cabeza entre mis piernas", cuando debería ser "mamándomela" o algo similar):

"EL ESPEJO


Dejá dejame hacer le dice
y cuando inclina
cuando va a hundir el rostro suavemente
en la dura pelambre
en la oscura maraña entreverada
sobre la piel tan pálida
ve el espejo es decir ve en el espejo
una cabeza rubia -no- dorada
el pelo blandamente recogido
en un lánguido moño como si
fueran la cara el cuello la cabeza
de alguna delicada bailarina.
El espejo mirá el espejo dijo
y arrodillada hundió por fin el rostro
y le dejó que él viera la cabeza
dorada hundiéndose en el vello negro
y su cuello doblándose
tan armoniosamente tan hermosamente
dejó que él viera absorto enamorado
ese pedazo de su amor viviendo
encerrado en el óvalo de oro."

Para terminar de completar estas visiones especulares masculino-femeninas, podríamos recordar las palabras de Onetti en reportaje con María Esther Gilio (ya en Madrid), cuando, después de haber encontrado el libro que contiene este poema ("Poemas de amor", Montevideo, 1958) y de leerle otro texto allí incluido (el archirrecontraconocido "Ya No"), la periodista le pregunta:

-¿Por qué dice Idea que nunca sabrás quién es ella?
–No sé... Yo nunca sentí que ella estuviera enamorada de mí -responde Onetti.
–No entiendo, ¿cómo que nunca estuvo enamorada? ¿Y los poemas que te escribió?
–Yo no digo que no estuvo, sino que nunca sentí que estuvo. Yo creo que lo suyo es algo muy cerebral, intelectual.
–¿Nada más?
–También cama.


(Entre paréntesis: me imagino que no hace falta agregar eso de "nunca te escuché decir te necesito, no te necesito, te necesito, no te necesito, ni ninguna de las estupideces por el estilo").

lunes, 24 de enero de 2011

Todo aquí ahora y sin pensarlo demasiado: Amanda Berenguer.

Estoy en Barcelona, escuchando a Helios para tapar algunos ruídos y poder leer tranquilo un poema de Amanda Berenguer que se llama "Nubes Magallánicas".
El texto habla del mar, habla de Montevideo, habla de la constelación del Navío y de los argonautas.
Habla de mí.
Algún catalán de apellido Berenguer hizo el viaje inverso al que hice yo y tuvo una descendiente poeta (y de las buenas) en aquella costa del océano.
La canción de Helios se llama "Coast off".
La costa que describe Berenguer es la misma en la que yo me regodeaba (en noches que veía llegar desde una plaza llamada "Virgilio" y que ella nombra).
El barrio es Punta Gorda.
Recuerdo ahora que su casa quedaba cerca de mi casa
(o eso me dijo alguien alguna vez).

"quedan someras sobras sobre la mesa tendida
queso para trampas caseras y cebo rancio
y lentejas con tocino guisadas
para alimentar los diarios malos entendidos
viejos como el mundo
un plato por otro de carne viva fría
o trozos dando coletazos de eso que somos
por dentro y no se ve
y emerge a veces en rabiosa pesca mayor
difícil de descuartizar"

Un libro mío se llama "escritos a la luz de las cosas que no se ven" y me doy cuenta de que está contenido de algún modo en este poema, quizás en ese extracto que acabo de citar.

"¿acaso el propio Argos podría
descubrir el escondrijo situado
en una punta montevideana
donde permanezco atada a esta escritura?"
Dice Amanda.

Yo escribo en el margen del libro:

todo viene como se siguen las letras
con las letras llega, todo llega
a través de las palabras
todo es todo, magma
me refiero a ti, al lugar, al cielo
y a mí, que estuve de ese mismo lado,
todavía estoy
y ahora aquí

Nunca conocí personalmente a Amanda Berenguer. Fui alumno en la Universidad de su famoso marido, José Pedro Díaz.
Amanda Berenguer murió el año pasado, creo que no tuve tiempo de escribir nada cuando eso pasó. Sin embargo ahora está aquí.

Ayer comimos lentejas.

sábado, 15 de enero de 2011

Una carta a Herrera y Reissig.

Aldo Mazzucchelli refiere que, desde el 18 de setiembre de 1904 hasta el 28 de febrero de 1905, Julio Herrera y Reissig vivió en Buenos Aires desempeñándose como, según él mismo lo consigna en una carta, "Jefe del archivo de la Oficina del Censo Nacional", con un sueldo de 500 pesos argentinos (el mejor trabajo que tuvo, por lejos). A pesar de todo lo que odiaba a su "Tontovideo" natal y a los uruguayos en general (seres despreciables a quienes, como todo el mundo sabe, les tenía prohibida la entrada a la "Torre de los Panoramas"), su estadía en la capital Argentina no parece haber sido del todo placentera y siempre estaba amenazando con volver. Mazzucchelli recoje sus quejas por medio de la correspondencia del poeta con familiares y amigos y, sobre todo, con su entonces novia Julieta de la Fuente.

En este capítulo, resulta particularmente conmovedora, por lo menos para mí, una carta que le escribe su hermana mayor, Luisa Herrera y Reissig, desde la casa de la calle Ituzaingó, el día 31 de octubre de 1904. Antes de leerla, habrá que recordar que los Herrera y Reissig pertenecen a una familia de abolengo de Uruguay, que su tío Herrera y Obes había sido presidente y uno de los políticos más importantes de la segunda mitad del siglo XIX, que el poeta mismo nació en una gran casona del barrio del Prado, símbolo de la pujanza comercial de su padre Manuel Herrera y Obes, y que su vida fue un lento barranca abajo económico (y de salud). En medio de esa caída, Buenos Aires es un escalón. Escribe Luisa:

"Aquí, querido Julio, si te vienes, aunque esos son nuestros deseos, te encontrarás como antes, es decir sin nada, vegetando sin un céntimo, mortificado, y lo que es peor para tu amor propio, a cargo de la casa, es decir del pobre papá, que no sabes tú cómo está el pobre viejo de achacoso -y que materialmente no puede más. Pensamos mudarnos a una casita chica y reducirnos más aún- Dios sabe cómo acabaremos. Tu carta al viejo lo hizo llorar pues quisiera el pobre tenerte a nuestro lado, pero siente no poder darte lo que necesitas. Yo, querido Julio, desearía vinieras, pero si tú oyeras a Manuel y demás de la familia, te aguantarías ahí; buscaría desde ya, como habías dicho, relaciones para escribir en algún diario o revista, dicen que la de Gálvez gana mucho y que él desearía tenerte a su lado -por qué no pruebas. ¡Crees tú por ventura que llorando como un niño y encerrándote sin ver ni hablar a nadie, vas a encontrar trabajo, que ese zapatero te va a ayudar, y que a Martínez tu protector y encargado de lanzarte ahí le ha de hacer gracia verte sin buenas relaciones! Qué pensará de tus costumbres aristocráticas, y de tu capacidad intelectual indiscutible, él te ha puesto cerca del panal, por qué no aprovechas. Aquí, pobre Julio, conoces el medio, y no encontrarás soga en que ahorcarte si te vienes, te arrepentirías sin remedio, y si a esto agregas lo que tendrás que oír de desagradable, pues Manuel dice que ha hecho un sacrificio para mandarte ahí realizando tu ideal -y que no has sabido quedarte creándote relaciones, etc. Vuelvo a decirte, querido Julio, reflexiona lo que debes hacer. Aquí no tienes tu porvenir.

De política lo que puedo decirte que Julio (se refiere al tío ex presidente) ataca a Batlle pero que este se defiende, pero con esto odia más y más a los Herrera, esto viene en apoyo de lo que te digo antes, será imposible en estas condiciones encontrarte puesto alguno. Así lo dicen todos, y a más se habla de que los blancos se levantarán a fin de año, a los que Julio aopoya con su partido y con la pluma. En fin, no está el horno para pasteles...

Nosotros, querido Julio, no esperamos ya nada de bueno -pero desearíamos verte a ti y Teodoro trabajar independientes. El nene piensa irse a esa para enero si no le aumentan, está loco con Buenos Aires -Manuel le aconseja se vaya a esa. Nada interesante que contarte, querido Julio -todo es triste aquí- nuestra casa está que es un cementerio -mil cariños de los viejitos- de la Chicha y hermanos y de tu hermana que te quiere mui de veras.
Luisa."

Julio Herrera y Reissig es, poco se podrá discutir, el poeta más importante de los que nacieron y escribieron en Uruguay (hay otros que nacieron ahí, pero escribieron o escriben en otros países, Lautréamont y Laforgue son ejemplos), su incapacidad para medrar en un mundo que le era completamente ajeno, su falta de tacto social, su desinteligencia económica, son proporcionales a su gran talento poético. Cada vez que algún aspirante a escritorcito mediocre de aldea (como es mi caso) se sienta mal porque nadie lo lee y no le van bien las cosas, debería leer esta carta.

viernes, 14 de enero de 2011

Otro de Julito: Berceuse Blanca, parte VI.

Entre irreales tules, gaseosamente anida,
el lecho, un espejismo de Primavera inerte,
y es como una magnolia narcótica de vida,
que se abre bajo un blanco crepúsculo de muerte.

-En el tapiz de oriente, a la sombra de un dátil,
una pastora sueña con el alma inclinada,
sin mirar que a su vera, desde amable emboscada,
le insinúa una flecha el Arquero versátil.

Y suspira su canto: "Ven y rige la sonda
en el mar de mis penas; pon tu beso en mi herida,
húndeme tus desdenes, ¡y mi muerte tan honda,
te dirá, sin decírtelo, hasta dónde eres vida!..."-

¡Reposa, oh, Luz, resposa! ¡Pliega tu faz, mi Lirio!
No ha menester de Venus, filtros para vencerme.
Mi amor vela a tu lado, como un dragón asirio.
¡Duerme, no temas nada! Duerme, mi vida, duerme...

jueves, 13 de enero de 2011

Uno de Julito: Oblación Abracadabra.

Lóbrega rosa que tu almizcle efluvias,
y pitonisa de epilepsias libias,
ofrendaste a Gonk-Gonk vísceras tibias,
y corazones de panteras nubias.

Para evocar los genios de las lluvias,
tragedizaste póstumas lascivias,
entre osamentas y mortuorias tibias
y cabelleras de cautivas rubias.

Sonó un trueno. A los últimos reflejos
de fuego y sangre, y en místicos sigilos,
se aplacaron los ídolos perplejos...

Picó la lluvia en crepitantes hilos,
y largamente suspiró a lo lejos
el miserere de los cocodrilos.

lunes, 10 de enero de 2011

El albatros: la mejor de las fieras humanas.

Ayer terminé de leer la exhaustiva biografía que Aldo Mazzucchelli escribió sobre Julio Herrera y Reissig ("La mejor de las fieras humanas", Taurus, 2010). El libro es, desde su impulso, digno del mayor encomio, entre otras cosas porque, a cien años de su muerte, hacía falta una renovación, a nivel del discurso nacional, de la legendaria figura del poeta de "La Torre de los Panoramas". Mazzucchelli lo hace con profusión de datos y probidad.

El comienzo, la primera escena, el entierro del poeta, es excelente, muy "à la Michon". A partir de ahí, la misma posición de Mazzucchelli hace quedar al libro en un lugar incómodo. Su interés por construir una nueva visión de Herrera, distinta de la del "torremarfilista" que elaboró, en gran parte, la generación del 45, lo obliga a manejar un gran volumen de documentos, cartas y detalles que hacen que la lectura avance algo más pesadamente. Las 650 páginas terminan por parecer demasiado para una vida tan corta (y en general prosaica). En ellas, me quedé con ganas de más análisis literario; que lo hay, claro, pero, proviniendo de un poeta y profesor como Mazzucchelli, yo esperaba, quería, más (en cantidad, digo). Aunque es cierto que el objetivo principal es biográfico y hubiera sido un libro interminable de haberle dedicado más espacio a la crítica.

En lo que a la vida del poeta se refiere, hay momentos nolvidables: la narración de los famosos duelos de la "entente" (como la denomina el autor) Herrera y Reissig-De las Carreras me hizo reír mucho (la fineza de Herrera se muestra incomparable), el "exilio" económico en Buenos Aires (algo que yo ignoraba por completo) con una carta demoledora de su hermana, el anexo dedicado a su hija Luna (algo que también desconocía).

En lo que toca la obra, lo principal, para mí, es la tarea de reforzar la noción de ironía. La absoluta conciencia de Herrera sobre el juego que estaba jugando, algo que lo diferencia de Lugones y otros "Modernistas" tardíos. El humor, la parodia; cosas que lo ponen a la vanguardia de las vanguardias históricas y lo tendrían que haber hecho sujeto de mayores reconocimientos (claro que, siendo uruguayo y tan radicalmente renovador, ya se sabe...).

Las últimas páginas se transitan con tristeza. Percibiendo la degradación de un hombre demasiado joven para morir, la pobreza, la sensación de fracaso, los esfuerzos desesperados por procurarse un trabajo que le permitiera sobrevivir y mantener a su reciente familia (un trabajo de cualquier cosa), la pérdida de su proverbial sentido aristocrático, la decadencia real (no la poética)... Todo eso en tiempos en los que estaba terminando su mejor obra, un poema tan extraño para su época que es muy difícil catalogarlo, un poema que anticipa al neobarroco, a Lezama Lima: a todo, anticipa todo. Obviamente: "La tertulia lunática".

La imagen que me queda es la de una suerte de Quijote. Su forma de escribir, de actuar, de obrar, su finísimo humor, me recordaron mucho a aquel hidalgo delirante e inadaptado, defendiendo valores de los que nadie quiere oir hablar. O mejor, un "Albatros", para utilizar la famosa imagen de Baudelaire. Eso: un albatros.

jueves, 6 de enero de 2011

Fernando Cabrera, ¡gracias!



Fernando Cabrera es, tal vez, la voz con más personalidad que hay en Uruguay (se murió el Sabalero hace poco). Una voz valiente, en timbre y en poética, que, por lo mismo, genera un parteaguas estético. En efecto, podrá endiosarse u odiarse, pero nunca dejará de reconocerse. Y esa es, la de reconocer, la tarea que realiza en su nuevo disco ("Canciones Propias", Ayui, 2010- que compré en Montevideo cuando estuve allí), y por ello mucho hay que agradecerle. Porque además, lo hace en el momento en que es "reconocido" internacionalmente (que para los uruguayos suele ser Buenos Aires, y no es poco, ya era hora).

En un disco brillante (en los músicos -Herman Klang se suma en teclados a los de siempre: Gómez y Righi-, en los arreglos, en las interpretaciones pero, sobre todo, brillante por que echa luz), repasa un cancionero uruguayo sustancial que, me imagino, debe sonar desconocido para un extranjero (y hasta para algunos compatriotas). Allí están Ruben Rada, Gastón Ciarlo "Dino", Daniel Viglietti, Eduardo Mateo, Darnauchans, Estramín y el Sabalero pero también OSIRIS RODRÍGUEZ CASTILLOS (las mayúsculas son mías), Ruben Lena, Aníbal Sampayo y otros. Es decir, la voz de Cabrera toca las voces más representativas del campo y de la ciudad, de hoy y de ayer (más de ayer que de hoy) y al hacerlo, al insuflarles su "voz cantarina y parlante", las hace renacer.

Jaime Roos (otra voz uruguaya con mucha personalidad) hizo lo mismo hace una década pero con un resultado, me parece, menos afortunado. ¿Por qué? Porque los criterios estéticos de Roos eran más sesgados: se dedicó básicamente a la ciudad y a los congéneres. Cabrera, con su característica probidad, hace un trabajo más exhaustivo y serio, porque además, sobre todo poéticamente, su selección es más exigente (el excelente librillo que acompaña el cedé, con textos de Rubén Olivera, lo atestigua).

"Canciones Propias" anuncia desde el título su voluntad de tocar un repertorio que, en buena parte, desde la infancia, desde la escuela, desde el hogar, desde los discos de los padres, desde los festivales post-dictatoriales, todos (y me refiero a más de una generación) hicimos nuestro. Cierto es que la voz de Cabrera no es "bonita", no es meliflua, pero, por eso mismo, cuando se posa sobre un texto detiene al oído en cada palabra, lo rehace, y así, unos poemas cuya significación podía haber pasado desapercibida, por manida, para muchos (me incluyo, en algunos casos), vuelven a vivir, renacen, ingresan en nosotros de otro modo y se vuelven más nuestros. Nos enriquecen. "Canciones Propias" es un disco que nos hace más sabios, más ricos. Por eso, Fernando Cabrera, gracias, "méritos y merecimientos".

martes, 4 de enero de 2011

Sí, vengo de Montevideo, llegué hoy.



"No dejen que
los recuerdos me ahoguen.
No quiero ser
víctima, ni llorar.

Vientos del sur
sobre Montevideo
vientos del sur
no me hagan pensar."

"Vientos del sur". El clásico de Dino por Fernando Cabrera.

sábado, 1 de enero de 2011

Otro año que empieza del mismo modo anacrónico (pero todavía podemos cantar).



La metáfora del tren, tan romántica, tan decimonónica, tan arrolladoramente atractiva como la del río (tal vez más) y tan anacrónica como nosotros mismos, en una hermosa versión de Mr.E (de quién habría que hablar más seguido, creo que el último disco de Eels fue de lo mejor del año pasado).

Feel like an old railroad man
Ridin' out on the bluemont line
Hummin' along old dominion blues
Not much to see and not much left to lose
And i know i can walk along the tracks
It may take a little longer but i'll know
How to find my way back

I feel like an old railroad man
Who's really tried the best that he can
To make his life add up to something good
But this engine no longer burns on wood
And i guess i may never understand
The times that i live in
Are not made for a railroad man

I feel like an old railroad man
Getting on board at the end of an age
The station's empty and the whistle blows
Things are faster now
And this train is just too slow
And i know i can walk along the tracks
It may take a little longer but i'll know
How to find my way back


Mi humilde y rápida traducción:

Me siento como un viejo hombre de trenes
viajando en la línea de Bluemont
mientras silbo el blues del Old Dominion (1)
No mucho para ver y casi nada que perder
y sé que puedo ir siguiendo las vías
puede tardar un poco más pero sé
cómo encontrar el camino de regreso.

Me siento como un viejo hombre de trenes
que realmente trató lo mejor que podía
hacer su vida agregando algo bueno
pero su motor ya no funciona con carbón
y supongo que nunca entenderé
que los tiempos en que vivo
no están hechos para el tren.

Me siento como un viejo hombre de trenes
subiendo abordo al final de una era
la estación está vacía y suena el silbato
las cosas son más rápidas ahora
y este tren es demasiado lento
y sé que puedo ir siguiendo las vías
puede tardar un poco más pero sé
cómo encontrar el camino de regreso.


(1)- Washington and Old Dominion Railroad era una ruta de tren en el estado de Virginia del Norte que, en su versión más antigua, se extendía desde Alexandria en el Río Potomac hasta Bluemont.