jueves, 25 de febrero de 2010

...y ya que estamos adentro de este iglú.

Otra de Antònia Font, ahora en vivo y con orquesta.



DINS AQUEST IGLÚ
Es meu desert, sempre es meu desert,

ses flors són margalides.

Un sol en blanc, cases, oceans,

ses algues són marines.


Mi desierto, siempre es mi desierto
Las flores margaritas
Un sol blanco, casas, océanos
Sus algas son marinas.


Tancam es ulls, imaginam

fosca i silenci totals.



Cerramos los ojos, imaginamos
Oscuridad y silencio totales.


Espai obert, fins i tot el cel,

són platges infinites.

Es aliments més primordials,

falta i defecte brutals.




Espacio abierto, incluso el cielo
Son playas infinitas.
Los alimentos más primordiales
Falta y defecto brutales.


Ses coses no són fàcils per ningú

dins aquest iglú
tan descongelat,

tanta longitud, 

tan ple de finals,

tan privat de tu.




Las cosas no son fáciles para nadie
Dentro de este iglú
Tan descongeldo,
Tanta longitud,
Con tantos finales,
Tan vacío de tú.


Es meu desert, sempre es meu desert,

són cactus, són espines.

Un sol en blanc, ficus, vegetals,

ses plantes signifiquen.



Mi desierto, siempre es mi desierto
Son cáctus, son espinas
Un sol en blanco, ficus, vegetales,
Sus plantas significan.


Tancam es ulls, imaginam

fosca i silenci totals.




Cerramos los ojos, imaginamos
Oscuridad y silencio totales.


Ses coses no són fàcils per ningú

dins aquest iglú
tan descongelat,

tanta longitud, 

tan ple de finals,

tan privat de tu.




Las cosas no son fáciles para nadie
Dentro de este iglú
Tan descongelado,
Tanta longitud,
Con tantos finales,
Tan vacío de ti.


Ses coses no són fàcils per ningú

dins aquest iglú
tan descomunal,

ple de calabruix,

tanta llibertat,

tanta magnitud.




Las cosas no son fáciles para nadie
Dentro de este iglú
Tan descomunal,
Lleno de granizo,
Tanta libertad
Tanta magnitud.


Ses coses no són fàcils per ningú

dins aquest iglú
tan descongelat,

tanta longitud,
tan ple de finals,

tan privat de tu.


Las cosas no son fáciles para nadie
Dentro de este iglú
Tan descongelado,
Tanta longitud,
Con tantos finales,
Tan vacío de tú.

En Rusia


Pocas veces me gustó tanto una letra y tan poco los arreglos de su versión musical. Pero tanto me gusta la letra que no paro de escuchar la canción. “A Rússia” (del disco con el mismo nombre, 2008) es de un grupo mallorquín llamado Antònia Font, el autor es Joan Miquel Oliver (en mi humilde opinión, y de lo poco que he visto, uno de los creadores más interesantes en catalán). Como no encontré traducción, arriesgo una (aun sabiendo que me equivoco en varias cosas, por algún lado se empieza).
No sé quien hizo el videito pero es divertido, por su combinación extraña de linealidad y riesgo de sentido.

Catedrals plenes de sargantanes,

són verdes, són blanques,

i una flor surt dins una teulada

més groga i més alta.



Catedrales llenas de lagartijas
Son verdes, son blancas,
Y una flor que surge desde el tejado
Más amarilla y más alta.


Dues cullerades de sucre,

suc de taronja, sa boira d'Escòcia.

Dues cullerades de sucre,

suc de cafè, cafè de Colòmbia.




Dos cucharadas de azúcar,
Zumo de naranja, su niebla de escocia.
Dos cucharadas de azúcar,
Zumo de café, café de Colombia.


Catedrals amb dormideres i dones,

se tanquen ses portes,

i, dedins, jo sé que ja som a Rússia

i tocant sa veritat
d'una rasca insuperable.

A Rússia hi viu sa gent amb zero graus,

se congelen i s'aguanten.




Catedrales con dormideras y mujeres,
Se cierran sus puertas,
Y adentro, ya sé que estamos en Rusia
Y tocando su verdad
de una rasca insuperable.
En Rusia vive gente a cero grados,
Se congelan y se aguantan.


Dues cullerades de sucre,

suc de taronja, ses faldes d'Escòcia.

Dues cullerades de sucre,

suc de cafè, cafè de Colòmbia.




Dos cucharadas de azúcar,
Zumo de naranja, sus faldas de escocia.
Dos cucharadas de azúcar,
Zumo de café, café de Colombia.


Catedrals amb dormideres i dones,

se tanquen ses portes,

i, dedins, jo sé que ja som a Rússia

i tocant sa veritat

d'una rasca insuperable
.


Catedrales con adormideras y mujeres,
Se cierran sus puertas,
Y adentro, ya sé que estamos en Rusia
Y tocando su verdad
de una rasca insuperable.


A Rússia hi viu sa gent amb zero graus,

se congelen i s'aguanten.


A Rússia i tocant sa veritat

d'una rasca insuperable.

A Rússia hi viu sa gent amb zero graus,

se congelen i s'aguanten.




En Rusia vive gente a cero grados,
Se congelan y se aguantan.
En Rusia y tocando su verdad
De una rasca insuperable
En Rusia vive su gente a cero grados,
Se congelan y se aguantan.

miércoles, 24 de febrero de 2010

otra fotografía similar

Hace algún tiempo, un amigo me contó de una foto, de los tiempos iniciales de la dictadura en Uruguay, en la que estaban retratados muchos niños pequeños hijos de presos políticos, en una parte abierta de un penal (creo que era Punta Rieles). Aquella foto era muy impresionante y yo escribí el siguiente texto que también aplica a la foto de recién.


cuando seamos viejos recordaremos
a los niños que nacieron en cautiverio
una mano pequeña saludando en la ventana
y el viento colándose por los cristales rotos
de libertad, punta rieles
o el cuartel de los blandengues.
fuimos a verlos cuando empezaba el invierno
tenían azules los cuerpos desnudos
y la señora que los hizo nacer
lloraba o se reía en una habitación contigua.
los niños que nacieron
en cautiverio no tenían lágrimas
abrían sus bocas pero estaban mudos o tal vez
nosotros fuéramos los sordos.

ahora que los niños ya crecieron
y tienen vidas propias que desconocemos
queda aquella foto en blanco y negro
postal de los paisajes que se prenden con la luz
de los recuerdos. y por eso cuando estemos en la época
de los cuentos que nadie quiere escuchar, recordaremos
esa causa que germina como el óxido en un marco de metal dejado afuera
las horas que los guardias dedicaron
y las que ocuparon en torturar a sus madres
la justicia, que es una letra más del alfabeto de los muertos
vendrá a posar su mano blanca
sobre nuestras frentes y las lágrimas
eso que parecía un mito con laureles
vendran a humedecer la tierra para que los niños
que nacieron cuando sus madres estaban tristes
y sus padres desaparecidos
se iluminen en nuestra memoria

Una fotografía.


La vi recién en Clarin.com, es una foto muy impresionante. Son dos hombres que acaban de conocerse. El de la izquierda tiene 32 años y es el hijo, el de la derecha, el padre. La madre, la que falta, fue secuestrada en 1977 con cuatro meses de embarazo y es una de las tantas desaparecidas argentinas. Están en una conferencia de prensa, sin embargo, los micrófonos están suspendidos, armas en reposo, como si a los protagonistas se les hubiera permitido un mínimo espacio de relajación, personas que acaban de hacer público el hecho de que no se conocen todavía pero tienen tanto que decirse, tantas preguntas que contestar el uno al otro, fuera de los micrófonos. Es este un momento en el que hablan las miradas.

Nadie podría dudar que se trata de padre e hijo: tienen los mismos ojos (incluso el izquierdo un poco más cerrado que el derecho), la misma nariz, la misma cara, aunque las orejas del hijo se abren un poco más. Sin embargo, el joven parece más joven de lo que es, y el "viejo", parece más viejo. Hay algo en las miradas, como de renacido en uno y como de cansado en el otro. Para uno se abre un nuevo mundo, un nuevo nombre, una nueva familia, una nueva vida; para el otro se cierra una etapa de muchos años de búsqueda ("Haber encontrado a Francisco es lo que tenía que hacer, por su madre que está desaparecida" dijo en la conferencia de prensa), se concreta una vieja esperanza pero, al mismo tiempo, vuelven una cantidad enorme de fantasmas (él escapo de la emboscada en la que fue capturada su mujer y huyó a Suecia). Su forma de mirar es la que más impacta. Está observando a la cámara, a nosotros, de frente, con algo de confusión, como ido, mientras el hijo mira a un punto en el costado. En sus ojos hay bastante emoción, algo de alegría pero también un poco de tristeza. La mano izquierda que apoya con levedad, con timidez, sobre el antebrazo de su hijo tiene un anillo que nos dice que ha rehecho su vida, han pasado muchos años, pero ese hijo suyo, será siempre el recordatorio de aquel día.

Pero ya, estos dos tienen mucho que contarse, dejémoslos en paz.

martes, 23 de febrero de 2010

Un disco precioso

Todavía no sé bien cómo llegué a él, pero es uno de esos músicos a los que uno, cuando llega, se pregunta: ¿cómo es que no lo había escuchado antes? Se llama Wayne Horvitz y, buscando, sí que lo había escuchado antes, pero como parte de las formaciones múltiples de John Zorn o en grabaciones de Bill Frisell. Ahora lo descubro como líder de un cuarteto llamado Sweeter than the Day (Timothy Young en guitarra, Erik Eagle en batería y Keith Lowe en contrabajo). En el 2004 grabaron en Seattle, durante cuatro noches que deben haber sido muy inspiradas en el Jewell Box Theatre, un disco doble que salió al año siguiente y se llama "Live At The Rendezvous". Un disco delicado, refinado, elegante: precioso. Una de esas obras tan "dulces" que con el tiempo pueden llegar a empalagar (como pasa con algunas cosas de Mehldau), pero hasta entonces, lo voy a seguir disfrutando.

lunes, 22 de febrero de 2010

Y entonces, bajando del monte al atardecer de un día de invierno y sol, frente a las aguas que trepaban al cielo, me amigué con Freddie Mercury.


El sábado hizo un día espléndido, con sol ininterrumpido y ese cielo celeste profundo que sólo se ve en invierno. Fuimos a Montjuïc, caminamos, comimos en el Gato Negro, subimos hasta esa fortaleza que, con mucha buena voluntad, aquí llaman “Castell” y desde donde puede verse toda la ciudad y el Mediterráneo, del Maresme al prat del Llobregat, bajamos a la fundación Joan Miró y al salir, cuando ya el sol abría la ventana de la noche, descendiendo la imponente escalera del Museo Nacional de Arte de Catalunya, vimos las aguas de la “Fuente Mágica”, que está a los pies del monte, comenzar su elegante danza iluminada al son de un vals vienés. Estuvimos observando este espectáculo hasta que el frío nos hizo emprender la marcha rumbo a la plaza España. Pero justo al pasar a su lado, la fuente renació con una nueva canción, se trataba de aquella “Barcelona” que fue himno de los juegos olímpicos del 92 y que yo recordaba como algo grandilocuente y pretencioso. Sin embargo, ahí, en medio del turismo internacional, rodeado por las aguas que cambiaban de formas y colores, las voces de Freddie Mercury y Montserrat Caballé cobraban nuevos brillos e intensidades mayores. Pensé en Luis de Baviera escuchando a Wagner e imaginando su castillo de ensueño y, aunque pueda parecer tonto (y no sólo parecerlo), me emocioné. De repente, sorprendido, escuché desde otro lado toda aquella música que antes entendía como exagerada y ampulosa y la comprendí. Entonces, me amigué con las veleidades operáticas de Freddie Mercury, descanse en paz.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Valió la pena esperar tanto

Se llama Heligoland y acaba de salir, es el nuevo disco de Massive Attack. En octubre se había podido escuchar el adelanto, "Splitting the atom", que, en mi modesta opinión, no sólo fue de lo mejor que escuché en el 2009, sino que está entre las mejores canciones que han hecho estos muchachos de Bristol.

El disco entero responde bien al nivel antes mostrado y se codea con aquellos "Protection" o "Mezzanine" que tanto se escuchaban en las agencias de publicidad como música de fondo. Muy recomendable.

martes, 16 de febrero de 2010

La identidad es una condena

Hoy hace cuatro años que me fui de mi país de nacimiento. Es una de esas fechas que uno recuerda. He escuchado a varios inmigrantes coincidir en ese punto. Irse es como empezar a vivir una nueva vida, como un cumpleaños. Sobre todo si no hay una fecha, ni una voluntad, clara o cercana de regreso.

Hace poco, unos amigos uruguayos (todos ellos inmigrantes), me invitaron, con gracia, a sumarme a un grupo en facebook denominado "yo no elegí nacer en uruguay... simplemente tuve suerte". La primera parte de esa afirmación tiene que ver con algo en lo que creo profundamente: nacer en un lugar o en otro es una fatalidad y nadie debería ser juzgado por ello, en ningún sentido. Eso no tendría que ser una ventaja o una desventaja para nadie. Esto, que parece tan obvio y fácil de comprender, se desmiente diariamente en casi todos los países del mundo. Los nacionalismos insisten en diferenciar a una persona de otra por el simple hecho de haber nacido diez quilómetros más acá o más allá. La segunda parte, la chistosa, de la afirmación implica todo lo contrario, considera el hecho de nacer en Uruguay como una fortuna, algo, cuando menos, discutible. De todos modos, lo mismo dirá un mexicano, un argentino o un chileno. En ninguno de los casos me causa ninguna gracia.

Con discursos similares, todos los "aldeanos vanidosos" (al decir de Martí) del mundo promulgan la superioridad de sus feudos sobre los vecinos y elaboran complejísimos discursos que inventan tradiciones, ensalzan costumbres y construyen identidades. Hace poco escuché a Félix de Azúa, uno de los pensadores más interesantes que se puedan leer en idioma español, decir que "la identidad es una condena" (yo agregaría que es una condena por un crimen que no se cometió) y que lo mejor que puede hacer el ser humano es traicionar su identidad.

Cuando yo me fui de Uruguay fue, entre otras cosas, para verme desde otro lado, para trascender la eventualidad de un nacimiento, para forjar una nueva identidad que no dependiera de lo nacional. A mí me gusta mucho el lugar en el que nací, allí tengo a mi familia y a mis amigos, me siento muy cómodo cuando voy porque lo conozco y me reconozco, pero desde hace hoy cuatro años, estoy tratando de huir de esa zona de confort y de traicionarme, esperarme a la vuelta de la esquina y emboscarme, cuantas más veces mejor. Cada vez me siento menos uruguayo (aunque extraño mucho algunos lugares de ese país y sobre todo a alguna gente) y me da más pudor la gente que se vanagloria de serlo. Los 16 de febrero celebro el impulso que me llevó a empezar el viaje.

sábado, 13 de febrero de 2010

Todas las armas de un ejercito implacable puestas en manos de un general sin ganas de victoria.

Estás en un bar y el dueño pone "Vinagre y rosas", entre las conversaciones, te das cuenta de que estás escuchando a Sabina pero no sabrías decir qué, no reconoces de qué disco se trata y tampoco importa, es Sabina; se ha vuelto música de fondo. Al rato, se te ocurre que debe ser el último disco, que todavía no has querido escuchar. Al otro día te dices que ya, que ahora que pasó la fiebre, que fue el disco más vendido (lo cual da testimonio de que todavía hay gente que compra discos) y todas esas cosas, hay que oírlo. Te dispones a hacerlo, reparando, como siempre que se trata de este autor, en las letras. Ojalá no lo hubieras hecho.

De los muchos imitadores que tiene Sabina en tantos bares nocturnos de latinoamerica he escuchado a más de un par. Cantan sus canciones a la perfección (mejor que él en muchos casos) y le ponen todo ese sentimiento devoto. El problema empieza cuando se ponen a interpretar sus propias composiciones. Entonces, todo el repertorio de trucos Sabina se transforma en juegos cursis de palabras redactados por un triste aficionado a los crucigramas de diario de segunda provincial, inocente y voluntarista, como cualquier canción de Ricardo Arjona. El último disco de Sabina es eso, un remedo del talento, fórmulas vacías, todas las armas de un ejercito implacable puestas en manos de un general sin ganas de victoria. Y lo terrible de escucharlo con atención es que el artificio, cuando está mal hecho, deja ver lo que hay detrás y si uno va detrás, es decir al pasado, empieza a fijarse en las costuras y puede que todo se estropee. Por eso no le demos muchas vueltas, olvidemos el vinagre y las rosas y quedémonos con el whisky sin soda y los crisantemos. Y ya.

Una aclaración necesaria: el disco está hecho con todas las de la ley, es nuestro Sabina, suena igual que cualquier disco de Sabina, allí está su rockcito con sello Varona, la rancherita con ilusiones mexicanas, la rumbita agridulce, la baladita melosa con coros femeninos... Si fuera el único disco editado por este cantautor se podría escuchar y hasta resultaría simpático (hay una canción incluso, "Agua Pasada", muy bonita: "Lo atroz es no querer saber quién eres/ agua pasada, tierra quemada/ que dé igual esperarte o que me esperes/ que no seas tú entre todas las mujeres/ que la cuenta esté saldada" ¡olé!). El problema es lo que hay detrás, porque allí está el talento de un enorme artesano con mucho oficio. Un artesano que no tenía algo para decir pero estaba obligado a decir algo y puso en ello todo su oficio, eso es lo que hay: mucho (oficio, poco) Sabina.

Y sin embargo... seguiremos siendo fieles de este credo de todos modos y hasta siempre.

viernes, 12 de febrero de 2010

Efemérides

Hoy hace un año que estoy aquí.

jueves, 11 de febrero de 2010

La primera vez que vi a Velázquez

He quedado boquiabierto. El sábado fui al Museo del Prado en Madrid y me encontré frente a Velázquez. Sí sí, ya sé, es un lugar común y no es la primera vez que tomo contacto con sus pinturas, pero sí es la primera que las veo colgadas de una pared pintadas por sus manos.

Hablando de manos, tal vez sea importante recordar que, en la época en la que este hombre concibió y llevo a cabo aquellas obras, los artistas eran unos tipos que desde muy pequeños aprendían trabajando el arte ("Virtud, disposición y habilidad para hacer algo" según la primera definición de la RAE) de sus maestros, ¿no les parece increíble? Quiero decir que para ser considerado un artista no bastaba con tirar una manguera con lucecitas rojas en el piso de un museo y llamarle torrente sanguíneo del museo. Había que tener una formación técnica, por llamarla de alguna manera.De hecho, se cuenta que este hombre nacido en Sevilla fue el mejor formado de la historia de la pintura ibérica en aquel entonces. Incluso después de haber hecho algo tan brillante (en muchos sentidos) como el "Triunfo de Baco", hizo un largo viaje a Italia para continuar su aprendizaje, copiando trabajos de maestros como Tintoretto.

Soy consciente de que es muy difícil apreciar una pintura de aquel tiempo para alguien como yo, que no entiende nada de arte y lo poquísimo que ha leído corresponde a una concepción tan diferente de aquella como un urinario difiere de una Venus. Pero yendo de turista paseandero, lo cierto es que me quedé parado frente aquellas telas con la boca cerrada pero muy muy muy abierta. Me da un poco de pudor decirlo pero me emocioné.

Para poner un punto final a esta evocación tan bonita, y como decía la divina Julia Moller, va nuestra reflexión del día de hoy. ¿Se acuerdan de un señor Walter Benjamin? Sí, el que definió aquello tan famoso del Aura de las obras de arte como "la aparición irrepetible de una lejanía por cercana que ésta pueda hallarse" y agregó, en una nota al pie: "...no se está suponiendo nada más que la formulación del valor de culto de la obra de arte en categorías de la percepción espacio-temporal. Lejanía es lo contrario de cercanía. Lo esencialmente lejano es en sí mismo, ya, lo inacercable. De hecho, la inacercabilidad aquí descrita es una de las principales cualidades de la imagen de culto."

Boquiabierto me quedé.

La primera vez que vi Guernica

He quedado boquiabierto (un poco menos que con Velázquez, pero boquiabierto). El domingo fui al Reina Sofía y me encontré frente a Guernica. Todo cuanto rodea al cuadro tiende a hacernos comprender que se trata de un trabajo hecho a la antigua (formato pre-revolución burguesa, digamos) cuando los artistas no vivían de hacer lo que se les diera la gana y venderlo en exposiciones a través de sus marchantes, sino que las obras les eran encargadas con un fin particular. Pensándolo bien, Guernica podría ser considerado como la publicidad más famosa de todos los tiempos. Igual que cualquier trabajo publicitario éste tenía un cliente: el gobierno republicano español; tenía un target: la comunidad internacional que acudía a la exposición internacional de París de 1937, tenia una competencia: las fuerzas franquistas; tenía un objetivo: promover la causa republicana en la guerra civil y tenía una fecha de entrega: 25 de mayo de 1937.

Es en ese sentido que el ala que lo alberga en el Reina Sofía de Madrid está eficazmente diseñada. Permite al turista paseandero como yo sumergirse en las circunstancias de creación de la obra que Picasso destinó para este encargo. Allí están los estudios que el artista realizó con miras a la concreción del cuadro (un total de 45), están las aguafuertes "Sueño y mentira de Franco" que concibió para el mismo cliente y con el mismo fin. Hay obras de otros artistas, entre ellos Miró, que se crearon con similares objetivos. Están las fotos que su amante Dora Maar realizó, a pedido expreso de Picasso, y documentan el proceso creativo. Incluso se puede ver la maqueta del pabellón español en la exposición de París, obra del famoso arquitecto catalán Josep LLuis Sert y de Luis Lacasa, en una de cuyas paredes (de 11 por 4) la obra fue expuesta originalmente.

Si ver la obra es imponente de por sí, su sola presencia genera admiración, intuir todo el proceso creativo es lo que más me atrajo e impresionó. Imaginar a Picasso pensando qué hacer; prever el acercamiento inexorable de la fecha límite (que nunca llegó a cumplir, por otra parte), hacer bocetos sin encontrar el tema, enterarse, en París, del bombardeo de Guernica el 26 de abril, leer los detalles en L'Humanité, decidir que esa era la idea buena para ese cliente y ponerse a trabajar. Debe haber sido una primavera febril y uno se pregunta si, en medio de la locura por terminarla, al artista se le habrá pasado por la cabeza que estaba realizando el lienzo más famoso no sólo de su obra, sino de todos cuantos se hicieron, por lo menos en el siglo XX.

Después de la Exposición Internacional de París y antes del final de la guerra civil, la obra viajó a Oslo, Estocolmo, Gotemburgo, Copenhague, Londres, Leeds, Manchester y Liverpool. En España, la desgracia no se detuvo, nadie pudo evitar que Franco ganara la guerra y se perpetuara en el poder, derrotando el sueño republicano hasta nuestros días. Pero no se le podrá reprochar a Picasso el no haber logrado su objetivo, su creación dejó a todo el mundo con la boca abierta y les hizo sentir (más que ver) el horror de que su país cayera en aquellas garras, cosa que todavía sigue haciendo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Honestos hasta el título.

Editada por Anagrama, se ve bastante en vidrieras la última novela de Frédéric Beigbeder, este muchacho que nos entusiasmó con aquella historia publicitaria que yo leí como "99 francos" y que Sergi Pàmies tradujo a euros a un tipo de cambio de 7.08. Lo seguí a este Frédéric porque era simpático, sin embargo, para mi gusto, su obra ha ido bajando en calidad hasta un punto en que dije basta para mí, esto ocurrió con "Window on the world". Su último trabajo se titula "Socorro, perdón".

Ayer vi el primer capítulo de la nueva temporada de Lost. En mi humilde opinión, desde su primer año, la serie, que tuvo uno de los mejores comienzos que yo pueda recordar, no ha ido sino bajando en la calidad de su trama hasta transformarse en un cualquiercosario en el que, para los escritores, vale todo. En España, la serie se exhibe bajo el sugerente título de "Perdidos" y parece hacer referencia a los guionistas.

Siguiendo con esta ola de sinceridad, se nos informa que la próxima novela de Paul Auster se titularía: "¿Ustedes que harían si tuvieran que editar un libro por año?" y la nueva película de Woody Allen: "Sí, puse a la mujer del presidente porque ya no tengo nada que decir".

martes, 2 de febrero de 2010

la música de estos días


No puedo dejar de escuchar este disco de Marc Ribot con el Lucien Dubuis trio (Lucien Dubuis: saxo alto - clarinete bajo y demás vientos, Roman Nowka: bajo - Lionel Friedly: batería). Es como si John Zorn se hubiera hecho adicto a Morphine (aquellos chiquilines que tanto ruido hicieron en los noventa) y estuviera soplando como James Carter. Por supuesto que también tiene toda la diversión, la inteligencia (¡y la pulenta!) a la que Ribot nos tiene acostumbrados. El disco se llama Ultime Cosmos y viene con un DVD, aunque eso yo no lo vi, aquí el trailer.